22 de septiembre de 2015

«Reseña»: Grey (nadie lo necesitaba), de E.L. James.


En un ejercicio de masoquismo pirata me empecé Grey. Tranquilos, no he llegado muy lejos antes de que mi indignación tomará las riendas. Tremenda bazofia.

No esperaba nada bueno, desde luego, tenía curiosidad, además se desprecian mejor las cosas si las sufres y hay que leer de todo. Pero ese todo tiene un límite.

Yo he defendido Cincuenta Sombras de Grey, defendí que se han magnificado algunas escenas, sacadas de contexto o interpretándolas lo peor posible. Bien. Para mí Grey nunca fue un maltratador, la sumisión no es maltrato —desde luego—. Pues después de la visión de Grey tengo que tragarme estas palabras, porque si la autora lo concibió así desde un primer momento, SÍ que es un maltratador, un enfermo y un machista, por decir los primeros calificativos que me vienen a la cabeza.

La prosa de E.L. James está vacía, así que el primer párrafo del libro, cuando se limita a enumerarnos acciones de lo que hace Grey, no me llamó la atención. Es horrible, sí, pero previsible. En la página siguiente ya empieza a narrarnos el primer encuentro con Anastasia y es demasiado para el body. Lo voy a ilustrar con fragmentos.

Según entra por la puerta la juzga, todos lo hacemos, pero no son nuestros pensamientos primordiales. los de Grey sí.

«Un ratón de biblioteca nervioso y tímido, ¿eh? Parece exactamente eso; va vestida de una manera espantosa, ocultando su complexión delgada bajo un jersey sin forma, una falda marrón acampanada y unas botas cómodas y prácticas. ¿Es que no tiene gusto para vestir? Mira mi despacho con nerviosismo. Lo está observando todo menos a mí, noto con una ironía divertida».


Tu lees esto y piensas que tío más gilipollas. Pues es solo el comienzo. El problema, por supuesto, es cuando la analiza y trata ya no como una chica nerviosa inferior a él, sino como un trozo de carne. Alguien al que se follaría. Por mucho que te atraiga una persona no piensas constantemente “la/lo cogía y la/lo reventaba”. No somos neandertales y menos si tienes una imagen “profesional” como la que intenta ponerle a Grey, de hombre de negocios. Atentos:

«Mientras ella se va poniendo más nerviosa por momentos, se me ocurre que yo podría mejorar sus habilidades motoras con la ayuda de una fusta de montar. Bien utilizada puede domar hasta a la más asustadiza».

«—Pe… Perdón. No suelo utilizarla.
Está claro, nena, pero ahora mismo me importa una mierda porque no puedo apartar los ojos de tu boca».

Aquí está el Grey maltratador, ¿cómo le puede importar a alguien una mierda? En este caso le importa una mierda que no sepa usar la grabadora, pero qué coño le pasa en la cabeza, por qué piensa así. Hay más:

«—¿Es usted gay, señor Grey?
¡Pero qué coño…! ¡No me puedo creer que haya llegado a decir eso en voz alta! Una pregunta que, irónicamente, ni siquiera mi familia se atreve a hacerme. ¡Cómo se atreve! Tengo que reprimir la necesidad imperiosa de arrancarla de su asiento, ponerla sobre mis rodillas y azotarla para después follármela encima de mi mesa con las manos atadas detrás de la espalda. Eso respondería perfectamente a su ridícula pregunta. Inspiro hondo para calmarme. Para mi deleite vengativo, parece muy avergonzada por su propia pregunta».

¿Esto se podría interpretar como homofobia? Lo que sí se puede sacar de este párrafo es que tiene demasiada necesidad por demostrar su virilidad, ¿qué tiene, quince años? Es incoherente, la sutileza brilla por su ausencia y esa es la verdadera seguridad, esto es un chiste de hombre.


Toda la famosa entrevista se la pasa imaginando cómo sería “acostarse” con ella. Y claro, tú piensas que estás hablando con un hombre, estás trabajando, y ese hombre no es que te esté lanzando señales de que le pareces atractiva, sino que se pasa pensando en follarte lo que dura el intercambio de preguntas. Es enfermizo, siendo benévola. Qué asco, de verdad, acosador es más bien la palabra. Ejemplos:

«—Me interesan cosas muy diversas, señorita Steele. Muy diversas. —Imágenes de ella en diferentes posturas en mi cuarto de juegos me cruzan la mente: esposada a la cruz, con las extremidades estiradas y atada a la cama de cuatro postes, tumbada sobre el banco de azotar… Fíjate… ese rubor otra vez. Es como un mecanismo de defensa».

«—Es un buen negocio —murmuro, fingiendo aburrirme, y me imagino follándole esa boca de lengua viperina para distraerme de esos pensamientos sobre el hambre. Sí, esa boca necesita entrenamiento, y me permito imaginarla de rodillas delante de mí. Vaya, ese pensamiento sí es sugerente…».

«—Entonces quiere poseer cosas…
Sí, nena. A ti, para empezar… Arrugo la frente, sorprendido por ese pensamiento».

«—Sí, señor —dice en voz baja.
Su respuesta me deja helado: esas palabras suenan de una forma en su boca de listilla… Brevemente me imagino esa boca a mi entera disposición».

«—Hasta la próxima, señorita Steele —digo en voz baja. Ella me estrecha la mano. Sí, quiero azotar y follarme a esta chica en mi cuarto de juegos. Tenerla atada y suplicando… necesitándome, confiando en mí. Trago saliva».


Pero lo que me hizo dejar de leer no fue que pareciera un salido maltratador  y controlador fue esto:

«—¿Ha traído abrigo? —pregunto.
—Chaqueta.
Lanzo a Olivia una mirada elocuente e inmediatamente salta para traer una chaqueta azul marino. Me la da con su expresión afectada habitual. Dios, qué irritante es Olivia… Suspirando por mí a todas horas…».

Al señor Grey le parece irritante que su secretaria, asistente, suspire por él a todas horas. Pero ¿quién piensa eso? Menudo gilipollas.


Así que dejé de leer y os aconsejo que por mucha curiosidad que tengáis os mantengáis alejados de este libro. Me quedo con la visión de Christian de Anastasia, idealizada o no es muchísimo mejor que el gilipollas integral y arrogante que parece que es en este libro, tan innecesario que nadie debería comprar ni leer. Estáis avisados.


¡Juzga por ti mismo!

2 comentarios:

  1. Yo intenté leer 50 Sombras y no fui capaz de continuar.
    Y después de leer tu reseña de este otro... puff es peor de lo que imaginaba.

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  2. Por lo que dicen es un libro malo malo, pero que se yo en realidad, si no lo he leído y no creo que lo haga. Leí el primero y es de esos libros que no te llevan a nada, y este volumen realmente no era necesario, pero quieren seguir llenándose los bolsillos. Buena reseña.

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