10 de octubre de 2016

Exigiendo al arte


«Exigir al arte un compromiso moral...».
Ayer estaba leyendo un post feminista humorístico y un individuo plantó este comentario: «He dejado de leer en el primero. Exigir al arte un compromiso moral...», creyéndose cargado de razones, por supuesto. Y, digo, ¿no es responsabilidad de cualquier tipo de artista ser ejemplo de actitud?

Ya sé, ya sé lo que pensáis, que queréis contar la historia de un aventurero/antihéroe que pasa su vida medio borracho o matando gente y yéndose de prostitutas, y, aunque es la historia que queréis contar, no es vuestra intención dar ningún tipo de ejemplo con la actitud de ese protagonista tan carismático. Y la clave es esa, siempre, la intencionalidad. Que tiene doble filo, y sirve también demasiado a menudo como justificación: «es que no era mi intención».

Como escritores, como artistas, siempre debemos de tener en cuenta nuestra parte de responsabilidad. Estás, con tu historias, con tus personajes, dando ejemplo de actitud. Me da igual que emplee la violencia, seguramente te encargarás de ponernos en contexto y explicarnos por qué ha llegado a ser así; me da igual que le de a la bebida, también explicarás en una frase o en dos capítulos de dónde viene su problema. Crearás un marco, donde sus actitudes, aunque negativas, tengan coherencia con los personajes y con la historia. 

Pero ¿qué pasa cuando incluimos comportamientos por defecto, porque es lo que hemos leído/visto/comido... sin que sea realmente nuestra intención?
Un ejemplo: ahora estoy trabajando en un texto de ciencia ficción de los años treinta. Y me estoy encontrando que el protagonista masculino no para de toparse con mujeres que uno) o son malvadas alienígenas de inigualable belleza, o dos) son... mujeres de inigualable belleza. Ya sé, ya sé, «es lo que se llevaba en la época», y sí, tenéis razón. El rol femenino en esos años era sustituible por una bonita lámpara, y quienes lo desarrollaban más pues la daban algún rol de mujer fatal, de perversas intenciones. Eso ocurría y sabemos por qué ocurría. Hasta aquí bien.

Pero en pleno 2016 sigue ocurriendo. Sigo leyendo historias donde la mujer es un complemento del arco argumental del hombre, da igual que hable de cine o de literatura. ¿No es responsabilidad del que hace arte que esto no siga ocurriendo? ¿O es que pensáis de verdad que la mujer solo puede hacer ese tipo de roles? (Por favor que alguien diga que sí para que podamos discutir). 

Lamentablemente, es inevitable que se nos cuelen ciertas formas, ademanes, de tanto verlo. Como puede ser hacer una descripción física completa del personaje femenino de turno. Comprendo que hay historias de todo tipo, y no digo que tenga que haber personajes femeninos en todas, ni mucho menos. Pero me revienta infinito, en una historia de fantasía/aventuras estándar, encontrarme personajes femeninos que solo son putas, brujas o madres (a veces esto se combina), y que solo estén para ser folladas. Y no os engañéis diciendo que es lo que había en la época, porque estamos hablando de fantasía, un mundo inventado.
La clave siempre está en hacer personajes lo suficientemente trabajados como para que el género no sea lo que les distinga.

Me hace gracia infinita que este tipo intente argumentar su postura defendiendo el arte en sí mismo y comparando esta denuncia con una ideología, no se puede hacer apología de cualquier expresión artística, dice. Pero es que esto no es una ideología. No estamos hablando que veamos el plumero de un autor o director y su preferencia de la derecha sobre la izquierda, de que es animalista o taurino o que ama a los gatos y odia a los perros. El hecho es que la mujer y su rol en la literatura sigue siendo inferior al hombre, suele ser un complemento de este, y suele estar profundamente sexualizado. Y leer y ver estos patrones solo hace que se sigan repitiendo y se sigan asumiendo como normales cuando si no pensamos así, no deberían perpetuarse.

Así que, por supuesto, estoy muy en contra de la opinión que soltó este individuo, porque no se trata de exigir al arte un compromiso moral, es exigir responsabilidad. Si tú no piensas que la mujer esté en un segundo plano, entonces en tus historias no hagas que lo esté. 

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